1.2 La regulación electrolítica Listen

Además de controlar el equilibrio hídrico, es crucial controlar el equilibrio electrolítico en el organismo. Al igual que sucede con el agua, hay dos factores principales que controlan la regulación salina: la ingesta y la pérdida de electrolitos.

La ingesta de electrolitos proviene del alimento y los líquidos, y una pequeña parte puede ser liberada en el organismo durante el proceso metabólico. En los países industrializados, la ingesta demasiado baja de sales no suele ser un problema. La situación es más bien la contraria: el consumo de sal es excesivo. Perdemos electrolitos por las heces, la orina y el sudor.

Cuando hablamos de sales hablamos del contenido total de iones, incluidos sodio, potasio, calcio, magnesio, zinc, etc. Sin embargo, el sodio es el que más preocupa fisiológicamente hablando, y esto es porque es la sal más predominante en el fluido extracelular. El bicarbonato sódico (NaHCO3) y el cloruro sódico (NaCl) constituyen el 90-95% del total de sales. Esto significa que el sodio es esencial para la presión osmótica y crucial para el control del volumen de fluido extracelular.

Un fenómeno fisiológicamente interesante e importante es que la pérdida de sodio no se refleja como un error de concentración de sodio. Esto es porque el agua prácticamente siempre sigue al sodio, de modo que cuando perdemos sodio, perdemos también agua al mismo tiempo y la concentración de sodio permanece sin cambios. Además, no hay receptores de sodio en los tejidos periféricos y, por lo tanto, el equilibrio de sodio se regula de manera especial.

Hay tres factores que afectan al equilibrio electrolítico:

  • la aldosterona, que estimula la absorción de sodio en los riñones.
  • los barorreceptores, que regulan los niveles de líquido.
  • el péptido natriurético auricular (PNA), que responde al elevarse la presión venosa y compensa inhibiendo la absorción de sodio en los riñones.