1.1 La regulación hídrica Listen

Nuestro cuerpo está expuesto de manera continua a la pérdida de fluido, con una pérdida media de unos 2500 ml (2,5 litros) al día. Perdemos unos 100 ml a través de las heces, 200 ml por el sudor y 700 ml por la respiración y la piel (exceptuando el sudor). El resto se pierde por la excreción de orina.

Esta pérdida de agua debe ser compensada por la ingesta de líquidos, debiendo ingerir diariamente unos 2500 ml. Alrededor de un 10% del suministro de agua proviene de la maquinaria propia del cuerpo, como un bioproducto del metabolismo, como por ejemplo el agua producida como bioproducto de la producción de ATP a partir de glucosa de las células. En total, producimos unos 250 ml de agua de esta forma cada día. El alimento que ingerimos también aporta líquido y constituye un 30% de la ingesta diaria de líquido, mientras que beber líquido directamente aporta el 60% restante del líquido total.

Hay dos factores principales que controlan el equilibrio hídrico:

  • la ingesta
  • la pérdida de agua

El mecanismo principal de la regulación de la ingesta de agua es la sed. Un aumento en la concentración de plasma del 2—3% desencadena la sensación de sed en el hipotálamo, al igual que lo hacen la sensación de boca seca y una pérdida de volumen sanguíneo, o sea, la disminución de la presión sanguínea detectada por los barorreceptores, pero esto no ocurre hasta que se produce una reducción del 10-15% y por ello es menos importante que la sensación de sed. En el centro de la sed en la pituitaria, los osmorreceptores responden a la concentración de sales en la sangre y la sed se activa por un aumento de la concentración de sales en plasma. Estos también pueden ser estimulados por otros factores, como la angiotensina II, así como por barorreceptores que miden la presión sanguínea.

El mecanismo más importante para la regulación de la pérdida de agua es la hormona antidiurética (HAD), que se segrega en el hipotálamo en base al aumento de la concentración de plasma (y otros factores). La HAD actúa en la absorción de agua en el riñón para disminuir la eliminación de orina. De esta manera, el cuerpo retiene agua para que la concentración de plasma vuelva a niveles normales (ver Fisiología Renal a continuación).

 

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